Composición compleja:
Las aguas residuales hospitalarias contienen una amplia gama de contaminantes, entre ellos materia orgánica, patógenos (bacterias, virus y parásitos), productos farmacéuticos (antibióticos, citostáticos, desinfectantes, etc.), metales pesados (como el mercurio de los residuos de amalgama dental) y sustancias radiológicas procedentes de actividades de diagnóstico y terapéuticas.
Alta carga microbiana:
Presenta una mayor concentración de microorganismos patógenos en comparación con las aguas residuales domésticas, debido a la presencia de desechos humanos y quirúrgicos, lo que la convierte en una fuente potencial de transmisión de enfermedades.
Flujo y carga variables:
El caudal y la carga de contaminantes pueden variar significativamente dependiendo del tamaño del hospital, el tipo de servicios ofrecidos (por ejemplo, atención ambulatoria vs. hospitalaria, tipos de cirugías) y la hora del día.
Presencia de bacterias resistentes a los antibióticos:
Las aguas residuales hospitalarias son un reservorio conocido de bacterias y genes resistentes a los antibióticos, debido al uso generalizado de estos en entornos sanitarios. Esto supone un reto importante para el tratamiento de aguas residuales y la salud pública.